Las instalaciones luminosas son un clásico fallero. Pero también, un soporte desaprovechado por las marcas, que suelen limitarse a poner su logo bien grande y poco más.
Esta vez, decidimos jugar diferente.
Transformamos las luces en un contenido con historia: un homenaje a los videojuegos retro en el que La Fallera se enfrentaba, a ritmo de 8 bits, a los enemigos de la auténtica paella.
Un storytelling pixelado, divertido y muy valenciano, que convirtió una instalación exterior en una experiencia cultural.
El resultado: una de las iluminaciones más virales y visitadas de las Fallas, premiada por la Junta Central Fallera y aclamada como uno de los puntos imprescindibles del año.
En medio del ruido, La Fallera no solo iluminó. Brilló.